La Plaza de San Pedro estaba este domingo abarrotada, como era de esperar tratándose del primer Angelus dominical de Benedicto XVI tras su anuncio, el pasado lunes, de que renunciaría al pontificado. El pueblo de Roma y peregrinos del resto de Italia y del mundo respondieron masivamente al interés especial que suscita desde entonces todo cuanto concierne a Joseph Ratzinger y sus actos públicos.
Una pancarta expresaba en italiano el sentir de toda la plaza: «Ti abbiamo amato tantissimo. Grazie» [Te hemos querido muchísimo. Gracias]. En diversos idiomas, ese «gracias» se repetía en carteles de todos los tamaños. Y se sucedieron varias ovaciones, en particular cuando Benedicto XVI apareció en la habitual ventana de los Angelus, al saludar a los peregrinos de habla española -numerosos argentinos- y antes de las palabras a los italianos, a quienes agradeció «haber venido tantos esta mañana».
Las palabras del Papa fueron otra pieza maestra de su capacidad didáctica y de su claridad conceptual. El tiempo de Cuaresma, dijo, debe servir «para renovarse en el Espíritu y reorientarse hacia Dios», cambiando el egoísmo y el orgullo por el amor: «Es un tiempo para volver a descubrir la fe en Dios como criterio base de nuestra vida».
«Esto significa una lucha», advirtió, porque «el espíritu del mal busca alejarnos de los caminos de Dios» mediante las tentaciones, que son también «falsas imágenes del hombre» y se reducen en última instancia a «instrumentalizar a Dios para los propios fines». Recordó asimismo que el demonio «es desleal», porque «nunca empuja directamente hacia el mal», sino bajo la apariencia de bien.
«No tengamos miedo de afrontar el combate contra el espíritu del mal», concluyó, instando a hacerlo de la mano de María y de Cristo, pues «Jesús es la mano que Dios ha tendido al hombre para rescatarle del pecado».
En su alocución en francés, el Papa insistió en estos conceptos y en el ayuno que caracteriza el tiempo cuaresmal como instrumento para fortalecernos contra las tentaciones.
Benedicto XVI pidió que se orase por él, dado que esta noche comienza junto con la Curia los tradicionales ejercicios espirituales cuaresmales. Y eligió el idioma español para pronunciar una frase que jamás se había escuchado de labios de un Papa en dos mil años de historia de la Iglesia: «Os suplico que roguéis por el próximo Papa».