Es posible volver a empezar de nuevo: la orientación familiar

En nuestra labor diaria desde el Centro de Orientación Familiar, nos inspira la CERTEZA de que la familia es cuna, defensora y promotora de los valores fundamentales de la persona: vida, comunión y amor.

Desde el privilegiado observatorio que supone la labor de orientación familiar, desde la cercanía e intimidad de las familias, y también desde la parte más dolorosa de sus realidades, constatamos como la vida, comunión y amor en las familias son la base y el núcleo en torno al cual gira la verdad del hombre, del matrimonio y de la familia.

–      De este modo, cuando aparece en las familias atendidas la desorientación, se olvida que en la familia está la VIDA; mejor todavía, que ES vida. Pierden así sentido los primeros y prioritarios valores, como son:

  • La generosidad; la transmisión de la vida pasa a ser una carga que limita la propia libertad personal, perdiendo de vista que no se trata sólo de vida física, sino también de vida espiritual, de vida sobrenatural.
  • Se oscurecen también el esfuerzo y la constancia, tan necesarios para sacar adelante el día a día de la pareja, evitando la rutina y el desamor. Esfuerzo, para educar sin desfallecer; educación, que no sea incompatible con la exigencia amorosa. Esta actitud tenaz será en parte responsable de que cada miembro alcance la valía que deben llegar a tener, de la que es capaz.
  • También hay que volver a maravillarse ante el carácter sagrado de cada vida, única, valiosa hasta el infinito y eterna desde el mismo momento de la concepción. La grandeza y dignidad de cada persona, descubriendo en cada integrante de la familia un yo único e irrepetible

–      Cuando aparece  en las familias atenidas el desequilibrio, y se olvida que en la familia está la COMUNION y AMOR; aún  mejor todavía, que la familia ES comunión, se pierden aspectos tan importantes, que la labor de orientación familiar deberá reconstruir, como son:

  • La confianza, ofreciendo al otro, a los otros,  nuestra comprensión y aceptación incondicional,  para acoger en plenitud, sin fisuras, lo que son, y lo que somos en cada momento.
  • La esperanza, viendo en el otro, en los otros, lo que pueden llegar a dar y ser. Esta visión en clave de esperanza es uno de los fundamentos y motor de toda renovación y mejora personal, de pareja y familiar.
  • El perdón, que restaura las heridas, nos dignifica y nos impulsa a ser mejores, junto con el aliento que sólo en la familia alcanza su verdad, ya que  somos una comunidad de vida y amor,  que somos COMUNIÓN.  Perdonando cobra sentido la palabra COMUNIÓNdescarga

Todas estas pérdidas, estas oscuridades PUEDEN y DEBEN restaurarse. Y ahí está la  labor de la orientación familiar.

 

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *