A pesar de que algunos métodos naturales, particularmente perfeccionados en las últimas décadas, ofrecen a la pareja la seguridad de evitar un embarazo idéntica o superior a la seguridad de los métodos contraceptivos, hay que hacer constar que existe una gran diferencia de mentalidad tanto por parte de quien los divulga, como por parte de quien los utiliza de ordinario.
De hecho, la enseñanza del reconocimiento natural de la fertilidad no está sujeta a condicionamiento de tipo comercial alguno (y esto podría ser uno de los motivos del escaso interés que demuestran los organismos públicos consultores hacia estos métodos), y es un servicio mucho más comprometido que la aplicación o el suministro de contraceptivos, porque implica ayudar y aconsejar periódicamente a las parejas para su aprendizaje y autogestión.
Por otra parte, la familia que vive el reconocimiento natural de la fertilidad se compromete y se hace mucho más responsable, llegando poco a poco a saber interpretar sus signos biológicos, redescubriendo de este modo su propia fecundidad.
Este conocimiento y autodominio, sin embargo, jamás podrá ser posesión: el uso de métodos naturales no es una esterilización de las relaciones, sino la elección para mantener relaciones durante el periodo infértil del ciclo menstrual, absteniéndose en los periodos de posible fecundidad.
Se puede afirmar que los métodos naturales no son medios para no tener hijos, sino para tenerlos en la perspectiva de una regulación de la natalidad responsable y consecuente..