Mediación familiar?

El COF diocesano: un paso anterior a la mediación familiar

thAnte la pregunta ¿qué distingue la labor del Centro de Orientación Familiar Juan Pablo II de otros centros dedicados a labores similares?, nos vendrían enseguida muchas posibles respuestas. Hoy nos gustaría resaltar una de ellas en particular.

La labor de orientación familiar difiere esencial y profundamente de la mediación familiar; comprobamos que muchas veces no queda clara la frontera entre ambas disciplinas. Tan simple como impresionante sería la respuesta:

La mediación familiar entraría de lleno en el conflicto, pero partiendo ya de una ruptura familiar. De esta manera, se intenta que el proceso sea lo menos traumático posible, tanto para los cónyuges, como especialmente para los hijos de ambos. Labor encomiable, necesaria y que sin duda redunda en beneficio del núcleo familiar.

PERO faltaría un paso anterior, el más importante diríamos nosotros, y donde el COF centra principalmente sus esfuerzos: RECUPERAR LA ESPERANZA EN LA LABOR SANADORA DEL PERDÓN Y RECUPERAR IGUALMENTE LA ESPERANZA EN LA CERTEZA  DE QUE ES POSIBLE VOLVER A ESE AMOR INICIAL que unió a una pareja en un momento original, y que posteriormente creó esa familia que  hoy tenemos delante.

Nuestra experiencia nos permite afirmar con rotundidad que es posible este “milagro”; es posible comprender, perdonar y levantarse de nuevo. Es posible ir quitando con paciencia y tesón todas aquellas “capas” que han ido oscureciendo (que no eliminando) esa pasión e ilusión de los inicios. Podemos afirmar que el amor no necesariamente se rompe si no se quiere; sí que  es cierto que es frágil, y requiere cuidados delicados y constantes.  Requiere esa bendita obsesión por hacer feliz al otro.

Desde el  equipo de colaboradores del COF tenemos la misión (obligación, diríamos más bien) de intentar al menos “quemar las naves” antes de tomar decisiones definitivas. Constatamos desde nuestro “pequeño observatorio de la familia”, la paz y serenidad que se transmite a una familia, cuando una de las primeras palabras que escuchan son las siguientes: se puede intentar, se debe intentar ¡¡¡ ; y así, desde sus fortalezas (muchísimas más de los que pudieran imaginarse que tuvieran), empezar a construir…

De esta manera, cuando entonemos aquella canción de Rocío Jurado: “… se nos rompió el amor de tanto usarlo…”, podremos sonreir, en la certeza de que, afortunadamente, algunas palabras puede que se las lleve el viento….

 

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