Los métodos naturales respetan, en todo caso, la conexión inseparable de los significados unitivo y procreador de la sexualidad humana, sin violentar los procesos naturales de la biología del cuerpo del hombre y de la mujer, y del sentido verdadero del amor mutuo de los esposos y su vocación a la paternidad.
Unicamente se sirven del conocimiento de los procesos biológicos de la fecundidad humana. Dentro del ciclo ovárico de la mujer existen periodos infecundos, y, cuando se dan motivos serios que puedan justificar moralmente el evitar o el espaciar un nuevo nacimiento, el matrimonio se acomoda a los ritmos biológicos del organismo femenino, limitándose a realizar las relaciones conyugales en esos días y periodos infecundos.
De esta forma, no procedemos como dueños o árbitros de la vida, ni disponemos a capricho de nuestras facultades generativas, sino que aceptamos libremente el designio de Dios, sin manipulaciones ni violencias.